Con el apoyo de CEIArtE y Proyecto Amauta, Natalia Pajariño y Bernardo Piñero realizamos una nueva versión de Graffiti en la ciudad de Cusco, Perú. En esta oportunidad se fotografiaron y animaron graffitis de esta misma ciudad, que luego se proyectaron en un estrecho pasaje peatonal del centro.
Detalles:
Tras varios días de preparación, el viernes 8 de julio de 2007 realizamos una nueva versión de nuestra intervención "Graffiti".
A diferencia de la versión que realizáramos el año anterior en una estación de subte en Buenos Aires (ver enlace Graffiti Subte), en esta oportunidad se fotografiaron y animaron graffitis cusqueños, y luego se proyectaron en un estrecho pasaje peatonal del centro de la ciudad de Cusco.
Una nueva tableta gráfica y mejoras en la programación, hicieron que esta vez el dibujar fuera más sencillo e intuitivo.
En esta nueva versión, la intervención contó con una interfaz gráfica rediseñada y con nuevas reglas con respecto al funcionamiento sonoro planteado para la intervención original. La proyección de la pantalla de referencia (donde se visualizaban las inscripciones mientras eran realizadas) se reemplazó por un monitor de computadora ubicado sobre la misma mesa que la tableta gráfica. Los mensajes sonoros se registraron mediante un sistema automático, capaz de percibir al usuario hablando cerca del micrófono. Al detectar un volumen mayor a un umbral determinado, se iniciaba la grabación.
Realizamos la intervención en un estrecho pasaje público de la ciudad de Cusco. Estos pasajes, tienen la particularidad de estar rodeados de edificaciones que combinan estilos arquitectónicos incaicos y coloniales. Dado su enorme valor cultural, las paredes de la ciudad son celosamente custodiadas a fin de que nadie las deteriore.
Hubo un grado muy alto de participación y la reacción de la gente frente a la intervención fue asombrosa. Muchos de los que pasaban por el lugar se acercaron a nosotros, nos preguntaron sobre los conceptos y objetivos, y nos animaron a "grafitear los muros incas". Casi todos se decidieron a intervenir con mucho entusiasmo, formaron una fila para organizarse, y algunos participaron más de una vez. Luego de dejar su graffiti, se quedaban esperando verlo proyectado en la pared y mientras tanto, alentaban a los demás transeúntes a involucrarse. Incluso algunos después de un rato, trajeron a otras personas para participar.
La inscripción de graffitis fue constante durante las dos horas en las que transcurrió la intervención.